Clarín. Sociedad. 14/11/2010
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Matrimonios fugaces Las parejas ahora se divorcian jóvenes, sin hijos y muy rápido |
Muchas tienen que esperar el plazo legal de 3 años de casados para iniciar el trámite. |
Por Graciela Gioberchio ggioberchio@clarin.com |
Los matrimonios duran menos que los preparativos para concretarlo. “Estamos ante una ola de divorcios jóvenes”, coinciden los abogados especializados y los juzgados civiles con competencia en familia consultados por Clarín. Es que las parejas que se divorcian ahora son muy jóvenes, en general no tienen hijos –si los tienen son bebés de meses–, y llevan tan poco tiempo de casados, que en muchos casos no llegan a los tres años que pide la ley para comenzar el divorcio. Cuando arrancó la década del 90 –poco después de la sanción de la ley de divorcio vincular– la mayoría de los matrimonios que se separaban llevaban más de 20 años juntos y tenían hijos grandes. A comienzos de 2000, los abogados de familia ya decían que se estaban divorciando parejas más jóvenes, de entre 30 y 40 años, que no superaban una década bajo el mismo techo y criaban hijos pequeños. Ahora, los especialistas aseguran que muchos matrimonios duran lo que un suspiro. “Nos estamos encontrando con situaciones que hace 10 años no pasaban: el vínculo se rompe muy pronto”, confirma el abogado de familia Osvaldo Ortemberg. “Sí, el divorcio llega con matrimonios más cortos. Y muchas de las consultas que recibimos son porque las parejas no llegan a cumplir el plazo legal de 3 años de casados que establece la ley para divorciarse, si es que la pareja lo pide en forma conjunta”, apunta Viviana Hoffman, directora del Club de las Divorciadas, que brinda asesoramiento legal a mujeres. Los registros judiciales indican que la mayoría de los divorcios se terminan resolviendo de común acuerdo. “La separación está cada vez menos relacionada con el estereotipo de un hecho conflictivo”, analiza Hoffman. Y los números lo demuestran: en 2002 en los juzgados porteños se tramitaron 3.724 divorcios de común acuerdo y siete años después, en 2009, la cifra creció un 40%: llegó a 5.143, según las estadísticas de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Los expedientes que se apilan en los estudios jurídicos y los juzgados corresponden a divorcios jóvenes, resultado de una tendencia que se acentúa, sobre todo en las ciudades: los matrimonios son cada vez más fugaces. ¿Por qué las parejas deciden que cada uno siga su camino cuando apenas han transcurrido pocos meses –en el más vertiginoso de los casos–, o un puñado de años –si la paciencia ayudó a estirar el tiempo de la convivencia– desde que dieron el sí en el Registro Civil y/o en el altar? “Si al poco tiempo de casados hay una ruptura es porque falló el amor, o bien, porque no había amor. Antes, 10 ó 20 años atrás, las parejas se daban más oportunidades. En muchos casos lo hacían por los hijos, tenían otra mentalidad”, opina Ortemberg. En la visión de la abogada de familia Haydée Birgin, que preside la ONG Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), hoy en las parejas son las mujeres quienes motorizan las separaciones y eso significa que “hemos crecido, nos estamos sacando un pie de encima”, evalúa. Y explica: “En general, son chicas jóvenes, de 30 y pico, independientes, que estudiaron, son profesionales y aspiran a tener otro lugar en la familia y en la sociedad, algo que ya no encaja con el modelo que se estructuró con nuestras madres y abuelas”. Birgin destaca que estas mujeres “ponen límites, buscan un matrimonio más equitativo, con responsabilidades compartidas y son menos sumisas. Ahora no hay condena social para quienes deciden separarse; antes las parejas no se animaban y esperaban por los hijos, aguantaban más, hasta la infidelidad”. W Mónica Sara G. (29) “Descubrí que él era infiel” Casi cuatro años de novios, la mitad conviviendo. Y en agosto de 2007 se casaron. Mónica y José tenían 26 y 28 años. “Tuvimos una fiesta soñada, con 200 invitados, violines y luna de miel en el Caribe”, cuenta esta odontóloga de Almagro. No faltó mucho para empezar a hablar de la llegada de un hijo, “pero no quedaba embarazada; ahora, a la distancia, pienso que fue una suerte porque la relación comenzó a andar mal: poca comunicación y él (biólogo) le dedicaba toda la energía al trabajo que incluso le insumía viajar los fines de semana”. No habían pasado ni seis meses desde que dieron el sí, cuando Mónica descubrió que su marido le era infiel. Daniel B. (32) “Ella tenía celos por todo” En el casamiento de Daniel (32) y Soledad (30) –empleados de una obra social, donde se conocieron– hubo una fiesta íntima, modesta. Gabriela Lina R. (30) “El tenía una familia paralela” “Con Oscar estuvimos juntos un año y medio. Nos casamos cuando Flor ya llevaba cuatro meses en mi panza”, dice Gabriela –diseñadora de interiores, de Caballito–, con una tristeza que no puede disimular. “Es que me casé muy enamorada, muy ilusionada, pero debo reconocer que me llevé el chasco de mi vida”, confiesa. Un día, en una simple reunión de amigas, se enteró que su marido, desde hacía siete años, mantenía una familia paralela con dos hijos pequeños. Si hay acuerdo sale más barato Un divorcio de común acuerdo tiene varias ventajas: lleva menos tiempo; la pareja y, sobre todo, los chicos sufren menos; y puede resultar hasta siete veces más barato que un juicio de divorcio con litigio. ¿Cómo son tus zapatos? Dos zapatos de diferentes pares. Juan José Millás eligió esta metáfora para contar la historia de una pareja sin futuro en su libro “No mires debajo de la cama”. La imagen de dos zapatos desparejos hace pensar que, siendo por su naturaleza unidades independientes, buscan con desesperación una pareja que los complete, como si cada uno fuera la mitad de un conjunto. La búsqueda del par es la búsqueda universal de compañía y afecto. De eso se trata: de encontrar el zapato que, como el de la Cenicienta, calce en la simetría de la pareja. Diana Baccaro dbaccaro@clarin.com
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