19 de julio de 2022
Obligada a amarte a vos misma
En la segunda temporada de Euphoria, su escritor nos muestra el lado negativo de la cultura de la positividad y el amor propio. Cómo la era Instagram afecta a las mujeres.
“Kat, tenes que amarte a vos misma”, exige una joven en bikini con un bronceado perfecto. Esta mujer no existe, es solo un producto de la imaginación de Kat quien solo atina a responder: “estoy tratando de decirte que me odio a mi misma”. En pocos segundos, a esa mujer en bikini se le suma otra chica de igual belleza estereotipada y luego otra y otra y otra, hasta que asediada por todas esas voces, Kat en desesperación se encierra en el baño y comienza a gritar frente al espejo.
Hablamos de una escena de la segunda temporada de Euphoria que también logra ser una demostración de la catarata de mensajes de la cultura de la positividad. En apenas poco más de dos minutos, el director y escritor Sam Levison resumió la realidad oculta del impacto negativo de la imposición del amor propio cuando una persona se odia a sí misma. Kat, interpretada por Barbie Ferreira, un estado de depresión decide hacer una lista de porque no ama a Ethan, su novio. Arma una lista y llega a la conclusión que su infelicidad con el muchacho tiene como raíz su infelicidad con ella misma. Tirada en su cama, viendo videos de influencers del maquillaje y comienzo galletitas, Kat imagina a esa primera joven en bikini quien trata de convencerla que ella es “uno de los seres humanos más valientes y hermosos que existen”.
A esa primera mujer imaginada por Kat se le suma casi una docena de jóvenes impulsoras del amor propio y la salud mental, del optimismo tóxico que con sus mantras persiguen y tratan de convencer a Kat que es hermosa así como es, que se ame y que rompa los estándares de belleza que el patriarcado le impuso. Lo que sucede lo explica Rue, la narradora de la serie en una simple frase: “Kat se odia a sí misma. Pero el problema con odiarse a una misma es que no puedes hablar sobre ello porque, en algún momento de nuestra historia reciente, el mundo entero se unió en una secta de autoayuda que no es capaz de callarse la boca sobre el tema".
En cuestión de segundos, la situación se desmadra. Estas mujeres absortas en sí mismas predican sin escuchar lo que Kat les dice. "Tienes que quererte a ti misma", “la sociedad pone cosas en tu cabeza”, "no dejes que el patriarcado hable por ti”, un griterío de consignas que parecen positivas y necesarias pero terminan reduciendo a su destinataria a la desesperación por no poder cumplir las expectativas.
Escuchamos hasta el cansancio que tenemos que tener amor propio y confianza y valentía y que seamos nosotras mismas y que luchemos contra el patriarcado y que no nos apeguemos a los estándares de belleza heteronormativos y nos inclinemos hacia una autoempatía radical. Estos mensajes nacieron siendo revolucionarios, pero es importante reconocer que no son interpretados de la misma forma por cada consumidor. Por momentos, cuando el odio por uno mismo aparece no necesita escuchar una respuesta enfática y fortalecedora proveniente de frases que de tanto repetir ya perdieron su significado. Ver a esa persona desconocida en Internet que dice que simplemente no me debo odiar a mí misma, no va a cambiar la creencia profundamente arraigada de que no tengo valor, no eliminará las olas de inseguridad. Este mensaje es el equivalente emocional de ofrecerle a alguien una curita cuando le han cortado la mano: es un gesto agradable, pero no hace nada para resolver el problema. Eso le sucede a Kat.
"Se convirtió en una manera divertida de abordar lo sofocante que pueden ser las redes sociales. Siempre me da la sensación de que todos están dando consejos a personas que no los han pedido. Creo que esa sensación de no ser escuchada y no valorar la experiencia emocional individual es un problema aún mayor", dijo Levison en una entrevista. Divertida, es una palabra interesante para describir la escena que en realidad es abrumadora, una personificación de lo que siente un scrolleo en Instagram.
El personaje de Kat es sumamente interesante para analizar. Durante la primera temporada vemos cómo sus inseguridades la acorralan y pasa horas en Internet tratando de buscar algún tipo de confort. Una chica con sobrepeso, autora amateur de novelas eróticas que no es la más popular de la escuela y que en pocos episodios da un cambio radical a su vida. Toda fan festejó cuando lució su cambio de estilo caminando por el centro comercial tras asegurar “No hay nada más poderoso que una chica gorda a la que le importa un carajo”. Más fácil decirlo, que hacerlo.
Hay un detalle muy bien ubicado en la secuencia. La segunda joven que acorrala a Kat le dice: “Cada día que salís de la cama, es un acto de coraje”. Esta intrusa va un paso más allá y le asegura a Kat que su aspecto (perfecto, digamos de paso) es producto de sus problemas mentales. En este momento hay un reconocimiento de lo que esconden las fotos que se ven en las redes sociales. En ese mundo donde todo debe lucir de diez hay una realidad que esconde los filtros. Kat trata de traer esta otra verdad al centro de la historia, pero nadie la escucha porque esas redes sociales son un megáfono donde se pueden disparar consignas pero la respuesta no interesa.
Levison destaca esta idea de no ser escuchada. La consigna de “amate a vos misma” puede sonar positiva, pero se convierte un problema cuando se generaliza e impone sin conocer el detrás de escenas. A veces la respuesta necesaria no está en una frase prefabricada. A veces la positividad puede ser más negativa de lo que pensamos.