Vásquez y el debate por las salidas de las personas privadas de la libertad
 
Desde hace algunas semanas el tema de las salidas de presos copó la agenda mediática a partir de una nota publicada en Clarín sobre las salidas de personas privadas de la libertad para participar de actos políticos bajo la forma de “eventos culturales”. Esto generó otro enfrentamiento entre el kirchnerismo y representantes de la oposición, pero también entre quienes piden mayor rigor para la detención de personas en prisión y quienes denuncian que el sistema carcelario no funciona y que las violaciones de los derechos de las personas privadas de libertad dentro de las cárceles del país son moneda corriente. Al mismo tiempo, hay otro sector que se vio, de alguna manera, involucrado en esta discusión: el movimiento de mujeres y el feminismo. ¿Por qué? Uno de los presos que accedió a esas salidas fue Eduardo Vásquez, el ex baterista de la banda Callejeros recientemente condenado a 18 años de prisión por el femicidio de su esposa, Wanda Taddei.

De acuerdo a la noticia publicada, Eduardo Vásquez salió de prisión al menos dos veces en los últimos ocho meses. La primera ocasión fue el 25 de noviembre del año pasado cuando ya llevaba un año preso (paradójicamente, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer). La salida más reciente ocurrió el 24 de junio, apenas diez días después de ser condenado por la muerte de Taddei. La información señala que las salidas de Vázquez se dieron en el contexto de las actividades culturales que la organización Vatayón Militante realiza con el objetivo declarado de resocializar a los detenidos en las cárceles de Villa Devoto, Marcos Paz y Ezeiza. Todas las salidas fueron autorizadas por el Tribunal Oral Criminal que dictó su reciente condena. 
 
 


El Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) explicó en un comunicado que las salidas citadas por Clarín no constituyen estrictamente “salidas transitorias” ni “traslados”. Para poder gozar de las primeras las personas deben cumplir con una serie de requisitos (ausentes en el caso de Vázquez): haber cumplido la mitad de la condena (o 15 años si la condena es a cadena perpetua) y tener conducta ejemplar y concepto favorable. Un traslado, en cambio, se da cuando se lleva a un preso de una cárcel a otra o a un hospital para una consulta médica, por dar algunos ejemplos. Sin embargo, en la práctica, no todos los presos pueden acceder a esos privilegios. Según datos oficiales de la Procuración Penitenciara citados por el CEPOC solo el 5% de las personas presas gozan de salidas transitorias: 465 sobre un total de población penal de 9523.

El informe de CEPOC señala la arbitrariedad con que se toman en la práctica cotidiana las decisiones sobre las condiciones de detención y posibilidades de acceder a medidas tendientes a la reinserción de las personas privadas de la libertad. Asimismo, enfatiza con preocupación el desinterés general de la sociedad sobre las condiciones de detención en las cárceles y el trato que reciben los familiares de las personas presas, en contraste con el acalorado debate producto de estas publicitadas salidas.

La complejidad del problema de las cárceles, la selectividad con que funciona el sistema penal, las inaceptables condiciones de encierro en que se vive y la impostergable necesidad de avanzar de un modo efectivo en las posibilidades de reinserción social de las personas condenadas por diversos delitos, no deben impedir el análisis de la situación que se presentó con este caso.

El movimiento de mujeres manifestó su frustración cuando el Tribunal Oral Criminal Nº 20 decidió condenar a Vásquez a 18 de años de prisión por considerar como atenuante que había actuado “bajo emoción violenta”. El femicidio de Wanda Taddei es un caso emblemático, no sólo porque el agresor era una persona pública sino también debido a la multiplicación de casos de mujeres incineradas por otros varones que se conocieron por los medios a partir de la muerte de Taddei.

La condena de Vásquez debe cumplirse en las mismas condiciones que establece el régimen penitenciario para otros internos. Pero para todos ellos, el acceso a las diversas actividades (efectivamente diseñadas para su reinserción en la sociedad y no para la militancia política) debería resolverse sin arbitrariedades, de un modo transparente, y mostrando respeto también por los derechos y la sensibilidad de las personas que han sido víctimas de los delitos por los que fueron condenados. El hecho de que circulen videos o fotos de Vásquez participando de actividades en un clima de festejo es, por lo menos, un grave error.
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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