Condenado por violento
 
En el 2010 Javier Weber fue hasta la puerta del colegio de sus hijas y baleó a su esposa, Corina Fernández. El Tribunal Oral Nº 9 lo condenó a 21 años de prisión por intento de homicidio.

En agosto de 2010, Corina Fernández estaba en la puerta de una escuela en Palermo donde había dejado a sus hijas. De pronto, se le acercó un hombre y le disparó seis veces: era su marido, disfrazado. Corina pasó 17 días internada en terapia intensiva en el Hospital Fernández. La operaron de un neumotórax y una de las balas le fracturó las costillas.
 
 


En una entrevista que dio al diario Clarín, Fernández contó que la primera denuncia la realizó en abril de 2009. Weber la tuvo encerrada 12 horas en la casa donde la obligó a quedarse parada contra una pared mientras él le tiraba cuchillos, como si fuera un tiro al blanco. La causa llegó a juicio, pero como no encontraron pruebas de que intentó asesinarla lo condenaron por amenazas. En el año y medio que transcurrió hasta el ataque en la puerta de la escuela, Fernández le hizo 80 denuncias. Sin embargo, nunca le pusieron custodia hasta que Weber fue detenido por intento de homicidio. “Aunque ahora lo condenen, el Estado ya me abandonó”, declaró Fernández al diario. 
 

 

Clarín
La Nación y Página12 publicaron la noticia de que Weber fue sentenciado a 21 años por “intento de homicidio, agravado por ser cometido con arma de fuego” y “por tenencia ilegal de arma de fuego”. De los tres medios, Clarín fue el que le dio más relevancia al caso, publicando primero una entrevista con Fernández y al día siguiente una nota bastante extensa sobre el juicio y la sentencia. Citada por La Nación, la abogada Marta Nercellas, que representó a la víctima, sostuvo que "el tribunal hizo una valoración de los hechos adecuada porque no es una conducta doméstica ni de intimidad, los derechos humanos de Corina han sido violados y el tribunal está tomando en cuenta eso y por tal motivo la dureza de la sentencia".
 
 

Como expresó Natalia Gherardi, directora ejecutiva de ELA, en una nota de opinión publicada en Clarín, la experiencia de Fernández, que había denunciado a su marido mucho antes de que éste intentara matarla, demuestra la necesidad de crear un registro unificado de las denuncias que junto con políticas interinstitucionales e interjurisdiccionales permitirían atender correctamente los pedidos de ayuda de las mujeres víctimas de violencia.   
 
 
 
 
 

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